Donatella Versace se convierte en la reina del desierto, y fue tanto así, que envió a Milán una colección inspirada en el arenoso lugar, con las siluetas relajadas dignas de este clima, un montón de capas y sobretodo grandes estallidos de colores cálidos.
Versace erigió su colección masculina en capas de largo fluido y camisas color ciruela, arena y trajes de impresiones oliva desarrollando todo en pos de las ropas finas. Las telas a rayas tendieron a verse descoloridas, como si estuvieran blanqueadas por el sol, como por ejemplo los apagados tie-dye en los trajes y las bufandas, mientras que los pantalones de esmoquin tenían una entrepierna diferente que daban una sensación oriental vaporosa.
Hasta los tejidos que rara vez toman un papel protagonista en las pasarelas de la casa Versace, eran una delicia, con teñidos brillantes de colores tan vibrantes como rosa del desierto, púrpura y azul. Otros tejidos que eran un poco más alargados vinieron con apliques en el codo o en los hombros, o con pequeñas "ventanas" en el cuerpo, como el único atisbo de carne en toda la pasarela. Donde los modelos tenían anudados pañuelos de seda y sandalias con calcetines, que se abrieron paso por la pasarela llena de arena, que aveces parecían vestidos como lánguidos trajes de pijama, y chaquetas encapuchadas impresas con rosetas o patrones dibujados a mano inspirados en la colección de Versace Home, si, como de cojines y sillas.
a decir verdad la colección tenia un aire noventero, como de "narco musulmán", pero con un encanto rico en siluetas y color.
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