Cuenta la leyenda que en el famoso club nocturno de París Le Palace, Grace Jones fue una vez desnudada por sus fans, y se tuvo que envolver en un pañuelo entregado a ella por nada mas y nada menos menos que Yves Saint Laurent. Era ese tipo de lugar de los que ya no se ven, y que fue la inspiración para la pasarela de Jean Paul Gaultier. A pesar que esta vez no hubo travesuras de la talla de la Jones, pero con las modelos dando bofetadas unas a otras, fumando y bebiendo champán sobre la pasarela, se rememoraban las historias de este tan icónico sitio, y a su vez se proclamaba a este como el espectáculo más estridentes de la semana de la moda parisina... Aunque ya sabemos que Gaultier es muy bueno para ese tipo de cosas.
Sin la teatralidad del desborde de crepé de alta costura de julio pasado, y lleno de esa clase de ropa que muchos de nosotros disfrutamos vestir al ir a discotecas Jean Paul Gaultier nos brindó uno de los show mas memorables. Piezas como una chaqueta smoking de hombre totalmente bordada a la cintura con una trenza de seda y borlas; un smoking hecho de plumas blancas de recortadas, canutillos negros desgastados con medias de red en lugar de pantalones; y una capa de encaje con bordes de un solo hombro cubierto de cristales, fueron algunas de las piezas que nos hicieron vibrar. Aunque, sin duda había mucho trabajo en estos artículos, la actitud general no era tan preciosa. Todo lo contrario: una chaqueta oversize fue usada casualmente sobre un vestido de lentejuelas; otro de los números de la noche, fue una chaqueta en denim; hubo varios cortocircuitos, como el denim manchado en blanco, y la seda que parecía denim, también blanqueada formaron la base de un puñado de miradas entrecerradas... En conclusión, este fue un show memorable como show, pero no en cuanto
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