En este espectáculo se marcó una especie de retorno a la forma real de Gaultier, quien se mantuvo alejado del kitsch y se centró más en su oficio, y en encontrar como bien dijo el: "El tiempo necesario para encontrar nuevas ideas e innovar" Esta fue una de las razones por las que el diseñador fue citado a detener sus colecciones prêt-à-porter del año pasado.
Se podría decir que la región costera, cuyo famoso marinero de suéter a rayas, es uno de los pilares inspiracionales más evidentes de la marca Gaultier, a pesar que no es exactamente la idea más fresca que hay... Sin embargo, los bordados folclóricos, especialmente los hechos en oro amarillo brillante, añaden brío a una gama de un guapo oficial de la marina que vestía abrigos, blazers de capitán y pantalones capri.
Por último, se llenó todo de realismo con un poco de ropa de día decantada en el remolino de bordados geométricos y apliques con manualidad, a parte Gaultier experimentó también con formas cuadradas en la parte superior, produciendo una especie de peplum en origami en una serie de prendas tipo esmoquin, y aplicadas en un hombro. Mientras que las formas redondas estaban reservadas para las faldas, la longitud iba dependiendo del tamaño de los dos crepés de tela cosidos juntos, que mezclados hacían ver a leguas que eran normas Gaultier: Gabardinas en tejidos de gasa; smokings grabados como trajes de marinero, y un vestido de terciopelo con cuello de guardiamarina.
Damos gracias a Dior que Jean Paul volvió a su norte y navega en buena mar.
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