¿Resort? ¿Cruise? O tal vez ninguna de las anteriores?
La ironía del primer desfile de Prada, dedicado a una temporada que de una manera ficticia giraba en torno a la idea que devolvió esta casa a su marca original, a sus inicios. El desfile se presentó en la Galleria Vittorio Emanuele II, terminada en 1877, donde casi directamente debajo de donde estaba la pasarela, era la tienda original abierta por Miuccia Prada (Abuelo Mario) en 1913.
La colección nos llevó directamente de vuelta al primer catalizador comercial de la "belle époque" de Prada bajo la dirección de Miuccia: la fabricación de nylon negro que ayudó a empujar la marca desde el sueño de la herencia a la moda de primera línea; aquí el nylon no estaba en mochilas o monederos, sino en las interacciones de ropa deportiva, que al principio se vieron en bolsos de mano, y luego a través de las tapas y patrones de tops, pantalones y vestidos, donde nos vino otro flashback de Prada. Los abrigos de cuello profundo, los calcetines altos lanzados sobre unos zapatos muy apropiados (algunos con tacones diseñados para parecerse a las torres Eiffel invertidas) Las blusas plizadas y las faldas color albaricoque, lila y rosa, estaban cortadas en una tela de organza japonesa transparente que mostraba los cuerpos y la ropa interior de las modelos muy a menudo.
Por otro lado la interacción del metal y las transparencias hizo eco en la cúpula de la Galleria dentro de la cual caminaban las modelos.
Prada dijo que presentar su colección "modernista" era su objetivo principal, y que esta colección se hizo para una exhibición fina del péndulo en curso de Miuccia Prada.
Y bueno, para aquellos que no pudieron reconocerlos, el cinturón negro de Prada que cubría la cintura de muchas de estos looks actuó como una firma de la casa de modas.
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