H&M, C&A y El Corte Inglés acaban de anunciar la firma del acuerdo Fire and Building Safety Agreement. Se trata de un documento iniciado por las ONG IndustriAll y Uni Global Nation, que hasta ahora solo había sido firmado por el grupo estadounidense PVH (Tommy Hilfiger, Calvin Klein, entre otros) y el distribuidor alemán Tchibo. Inditex ha decidido sumarse a la iniciativa. Estas adhesiones de peso podrían incentivar a otros. Al menos esto es lo que espera Dorothée Kellou, responsable de misión de la ONG Pueblos Solidarios y miembro del colectivo internacional Ética sobre la etiqueta.
“Serían necesarias al menos cuatro [marcas, N. del R. ] para que entre en vigor”, indicó Kellou al diario Libération. Se trata de una buena ocasión para dar a conocer las medidas tomadas individualmente por ciertas marcas. Bien sea que se trate de una línea telefónica anónima para los empleados, anunciada por Adidas, o la transmisión de vídeos sobre la prevención de incendios en fábricas que carecen de extintores.
Entre las posibles razones del desinterés de las grandes marcas por el Fire and Building Safety Agreement figura la constitución de un fondo común, formado por los comanditarios, con el fin de financiar auditorias independientes. Además, éste implica que estos mismos clientes no podrán seguir permitiéndose auditorias financiadas directamente, cuyos resultados solo son conocidos por consumidores y ONG en contadas ocasiones.
Bajo presión internacional
Pero si las marcas tardan en reaccionar ante los recientes eventos, las clases políticas europeas y norteamericanas podrían hacerlo por ellas. Actualmente, el Eurocomisario de comercio, Karel De Gucht, y la Alta Representante de la Unión para Asuntos Extranjeros, Catherine Ashton, preparan una cumbre de minoristas europeos cuyos insumos provengan de Bangladesh. De forma paralela, La Unión Europea amenazó a Dacca con retirar las ventajas comerciales con Europa.
En efecto, Bangladesh se beneficia del Generalised System of Preferences (GSP) europeo, dispositivo que le permite exportar con menores aranceles hacia el Viejo Continente. Una poderosa influencia que Bruselas buscaría utilizar firmemente con el objetivo de presionar a las autoridades locales para adoptar una política de urgencia para mejorar las condiciones laborales de su industria textil.
Sin embargo, el mensaje es aún más claro ya que Bangladesh también podría perder su acceso preferencial al mercado de los EE.UU. Un proceso que podría tomar varios meses, y que acontece después del asesinato de un defensor bangladeshí de los derechos laborales el año pasado. Este último hizo campaña para el establecimiento de una verdadera política de seguridad en las fábricas. Tras los recientes acontecimientos, cuyas imágenes han dado la vuelta al mundo, la decisión de Washington podría acelerarse, según medios locales.
¿Quién tendrá que pagar?
De esta forma, Bangladesh, segundo productor de vestimenta a nivel mundial, tendrá que proporcionar pruebas de su implicación en las próximas semanas. La pérdida de clientes internacionales, de hecho, podría suponer un grave problema para su economía nacional, ya que la industria textil pesa cerca de 80% de las exportaciones, con 29.000 millones de dólares el año pasado.
Los líderes de la industria textil de Bangladesh parecen en todo caso entender la magnitud de la cuestión. "Este es un momento crucial para nosotros, dijo a la AP Atiqul Islam, presidente de la Bangladesh Garment Manufacturers and Exporters Association (Asociación de productores y exportadores de ropa de Bangladesh). Realizamos esfuerzos para mejorar las medidas de seguridad en las fábricas. Esperamos que nuestros compradores permanezcan junto a nosotros y nos ayuden a superar la crisis actual. Este no es el momento de alejarse de nosotros. Esto perjudicaría a la industria y muchos trabajadores perderían sus empleos".
Una llamada de apoyo lanzado a los clientes que plantea la cuestión más problemática de una evolución en las condiciones de producción: ¿quién debe ser considerado el responsable? ¿Los fabricantes, ya obligados a recortar sus costos para seguir atrayendo a los clientes? ¿Las marcas internacionales, que ya están tentadas por países más competitivos y con menos publicidad negativa? ¿Los consumidores estadounidenses y europeos, cuyo nivel de consumo es más lento? En espera de una respuesta, es la clase trabajadora de Bangladesh quien ha pagado un precio muy alto: 1.127 vidas.
Por Matthieu Guinebault