Pocas relaciones han tenido el impacto cultural como la de David y Victoria Beckham. La pareja, que celebra este año su vigésimo aniversario de bodas, ha sido una sensación mediática desde que comenzaron a salir en 1997. Apodados Posh y Becks por los medios británicos, estableciendo el estándar y el estilo propio de las celebridades mucho antes de que se pudiera romper el Internet por redes. En esta época los periódicos y las revistas documentaban cada corte de cabello, atuendo y tatuajes recién hechos de la ex Spice Girl y su esposo estrella del fútbol.
Constantes dentro del caprichoso mundo de la fama y la moda, los Beckham siguen siendo dos de las personas más fotografiadas en la tierra. Sus esfuerzos en diseño, filantropía y negocios los han elevado al estatus de íconos, y el interés público ha ido en aumento. A través de cada reinvención, han mejorado sus guardarropas consecuentemente, vistiéndose de forma hasta sincronizada, pero manteniendo su individualidad. Ambos son selectivos, pero en lugar de saltar sobre las tendencias, la pareja se viste para reflejar sus respectivos roles; en los primeros tiempos de andar juntos la parte superior del look revelaba más en Victoria, que aún estaba en medio de su período de estrella pop. Y los audaces pañuelos eran para David, cuyos cambios de cabello eran tan estudiados como su desempeño en la cancha.
Después de dos décadas ya su estilo ha madurado, Victoria es la mejor embajadora de su marca que lleva el mismo nombre, y regularmente saca sus piezas minimalistas de la pasarela y las lleva directamente a las calles. Por su parte David luce lo mejor en ropa masculina (Y suponemos que sin ella también luce mejor) con un estilo que pocos pueden igualar, sus trajes de tres piezas y sus trajes a medida lo llevan de la alfombra roja a la sala de juntas con mucha facilidad. El fenómeno global que es el apellido Beckham se ve imparable, y una mirada hacia atrás a través de sus puntos más altos de la moda ilustra precisamente por qué esta relación resistió la prueba del tiempo.
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