Nunca dejes que se diga que Jean Paul Gaultier no ama un tema; algunas de sus colecciones más memorables se trabajaron de formas muy específicas, ya sea tipo tatuaje tribal y perforación fetichista, o la ropa usada para la observancia religiosa por los judíos ortodoxos. Esta vez Gaultier deleito mostrando su inclinación a la alta moda de la vieja escuela dándole a cada look un guiño glamorosamente descarado.
Todos sabemos que los chistes pueden ser un potente vehículo para algo más profundo, y así estaba esta pasarela, con el humor al servicio de elevar el compromiso sincero de Gaultier con su costura (aunque pareció que no lo tomo en serio) Realmente había un raro exceso en la pasarela, algunos looks estaban de la talla de RuPaul’s Drag Race, aunque habían algunas piezas exquisitas que databan de los momentos icónicos de Gaultier, pero se ven tan bien ahora: la chaqueta de punto slouchy embellecida con azul y blanco con patrones creados de perlas, o el vestido elaborado a partir de cintas de mousseline.
El francés dio un show exquisito, pero al parecer no fue suficiente, en realidad no se lo tomo muy enserio.
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